Cuando pensamos en un colegio, invariablemente viajamos a la infancia para proyectar la imagen de un aula cuadrada o rectangular, con varias filas de pupitres en perfecta formación, mirando siempre de frente hacia un encerado. En uno de los extremos, las ventanas; en el otro, una pared repleta de chinchetas que sujetan normas, horarios, proyectos, dibujos, etc., y, en la restante, las puertas. Tras ellas, pasillos, escaleras…, y la gran puerta que lleva a un patio de arena donde respirar al aire libre.
Lo más curioso es que, si este ejercicio lo realiza cualquier persona en otra parte del mundo, el resultado sería muy similar. Esto se debe a que este modelo de aula clásica es muy antiguo y está extendido en muchos países. Se ideó durante la Revolución Iindustrial, allá por el siglo XIX, como una respuesta para ofrecer formación rápida (y en cadena) a los obreros y se exportó a todo el mundo.
Después, las diferentes corrientes pedagógicas han apelado por un cambio en la concepción de los centros educativos —solo tenemos que mirar a la Institución Libre de Enseñanza o las teorías de María Montessori—, destacando la importancia de los espacios en el aprendizaje y desarrollo de la persona. En el siglo XXI, junto a los retos pedagógicos, los centros escolares también se han sumado a otros desafíos: salud, confort, ergonomía y, por supuesto, mitigación del cambio climático.
Un ejemplo en los cambios la encontramos en el Instituto de Educación Secundaria (IES) La Fresneda, en Siro (Asturias). Este centro de nueva construcción ha sido concebido para reducir su impacto ambiental a lo largo de todo su ciclo de vida, y es el primero de España en recibir el certificado 4 Hojas VERDE de Green Building Council España (GBCe).
El edificio, que ha sido construido por Copcisa S.A y evaluado por la consultora VERDE Marta Zapico, es pionero a la hora de aplicar medidas para la reducción del consumo de energía; una mejor la gestión de los recursos; reducción del impacto ambiental e implantación de medidas que mejoren la accesibilidad, confort y salud de los estudiantes.
“Entre las características de este centro tenemos que destacar el diseño de su envolvente, que permite ahorros de energía cercanos al 82%, además de la instalación de otros mecanismos para la recogida y aprovechamiento del agua de lluvia, que han permitido una reducción del 62% en el consumo de agua potable”, señalan desde la Consejería de Educación del Principado de Asturias, durante la visita en la que se descubrió la placa de VERDE, y en la que estuvo también presente el director general de GBCe, Bruno Sauer.
Un centro para hacer frente al reto del cambio climático
El IES La Fresneda dispone de 18 aulas para las enseñanzas de Secundaria y Bachillerato, diseñados como espacios de aprendizaje flexibles y dinámicos, más adecuados a la transformación que está viviendo la educación actual.
Por ejemplo, en el bloque principal encontramos tres piezas denominadas como Superaulas, que se pueden agrupar mediante tabiques móviles, y que están conectadas entre sí a través de espacios intermedios. En esta misma zona se sitúan los nuevos espacios educativos del IES: el Fuego de campamento —graderío para exposiciones y ponencias— y el Foro, que es un espacio colaborativo, donde se fomenta el intercambio para una educación activa.
“El Proyecto de Ejecución se ha concebido y desarrollado bajo las premisas de edificación sostenible establecidas por la metodología de la Certificación VERDE. Además, se ha tenido en cuenta la incorporación de medidas pasivas en la geometría del edificio (compacidad, orientación, protecciones solares, etc.) y en la envolvente (fachada ventilada, aislamiento, cubierta de alta reflectancia, carpintería con vidrios triples, etc.) y de medidas activas en la eficiencia de los equipos de las instalaciones (iluminación LED, sistemas de ahorro de agua, enfriadoras y UTAs de alta eficiencia con recuperación de calor, sensores de temperatura y de calidad del aire, aumento la contribución solar para ACS, etc.) que han posibilitado la obtención de una calificación Triple A en emisiones de CO2, en consumo de energía primaria no renovable y en demanda de calefacción”, explica la consultora VERDE, Marta Zapico, quien también destaca que, durante la fase de construcción, se recuperó y revalorizó el 74% de los residuos de la obra.
Todos estos elementos han dado lugar a una serie de características que hacen único a este centro, por su elevada eficiencia energética e impacto ambiental.
Al instituto en bici y otras ventajas del IES La Fresneda
Pero el proyecto no solo es singular por su eficiencia o sostenibilidad. Otros aspectos, como la mejora de la accesibilidad universal, la movilidad sostenible e, incluso, su aportación a la economía circular, también son reseñables.
Por ejemplo, se ha prestado especial atención a la salud del alumnado y el profesorado y personal del centro. Para ello, se ha optado por potenciar la iluminación natural, instalando protecciones solares adecuadas; controlando de la iluminación artificial con baja reflexividad —facilitando la visibilidad de la pizarra desde cualquier punto del aula— y mejorando la iluminancia.
También se ha cuidado la acústica del centro, empleando soluciones de alta absorción del sonido. Y se ha abordado la calidad del aire interior mediante un diseño que favorece la ventilación natural, además de eliminar los contaminantes y contar con herramientas para la medición del CO2 en los espacios educativos.
Asimismo, se ha favorecido la movilidad sostenible, al incorporar un aparcamiento para bicicletas.
