- Bruselas ha establecido unos criterios, a través de una clasificación o Taxonomía Europea, para determinar si una actividad económica es sostenible.
- “Cumplir los criterios de la taxonomía propuestos por la UE está destinado a convertirse en una pieza central en cualquier operación financiera, tanto pública como privada”, asegura Bruno Sauer, director general de GBCe.
30 de marzo de 2022. Las rehabilitaciones de edificios que quieran beneficiarse de los Fondos Next Generation deberán demostrar que son sostenibles. Para ello, Bruselas ha establecido una Taxonomía Europea —un reglamento que establece una clasificación— que fija los criterios para determinar si una actividad económica se puede considerar sostenible. En el caso concreto de la edificación, cumplir con estos requisitos supone la diferencia entre poder acceder o no a 6.820 millones de euros, que es la cantidad de dinero público europeo destinado por el Gobierno de España hasta 2023 para la regeneración urbana y la rehabilitación de viviendas.
“Cumplir los criterios de sostenibilidad de la taxonomía propuestos por la Unión Europea (UE) está destinado a convertirse en una pieza central en cualquier operación financiera, tanto pública como privada”, asegura Bruno Sauer, director general de Green Building Council España (GBCe) y vicepresidente de Climate Positive Europea Alliance (CPEA). No obstante, estos requisitos aportados por la financiación sostenible —en general— y la Taxonomía Europea —en particular— son de muy reciente aplicación en la edificación, lo que a juicio de Sauer “plantea importantes retos para el sector”.
Ante estos nuevos desafíos, CPEA ha publicado el informe Value of architecture in the context of the EU Taxonomy que pretende elaborar una aproximación sobre la aplicabilidad, procedimientos y costes de esta evaluación taxonómica.
Altísima inversión requerida
De los cuatro millones de edificios que hay certificados en España, apenas 10.000 cuentan con una letra A o certificación energética de máxima eficiencia, según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Esto es un 0,25%. Por el contrario, ocho de cada diez viviendas cuentan con una certificación energética E, F o G, las menos eficientes. Esto es un 82% del total.
En este contexto, en el que la mitad del parque edificado español se construyó antes de 1980 sin normativa de eficiencia alguna y en el que el sector de la edificación es responsable del 30,1% del consumo de energía final y del 25,1% de las emisiones de carbono a la atmósfera, una rehabilitación profunda se convierte en la herramienta más eficaz para mejorar el comportamiento energético de las edificaciones.
Para acabar con la ineficiencia de su envejecido parque edificado y lograr el ritmo de rehabilitación necesario para descarbonizar el sector en la primera mitad del siglo XXI, es necesaria una inversión anual de 7.500 millones de euros hasta 2050. “Para alcanzar y mantener el altísimo ritmo de inversión en rehabilitación, necesario para lograr la urgente descarbonización del sector de la edificación, los fondos públicos europeos son un elemento fundamental”, ha destacado Dolores Huerta, directora general de GBCe, quien ha aludido a la Hoja de ruta del proyecto Building Life. En este punto es donde surge la Taxonomía Europea, que busca garantizar que el dinero procedente de la UE se destine a inversiones sostenibles.
“Una actividad es ambientalmente sostenible cuando aporta de forma significativa en al menos uno de los seis objetivos perseguidos y no perjudica a los otros cinco”, explica Julia Manzano, experta de GBCe y una de las impulsoras del estudio EU Taxonomy Study: Evaluating the market-readiness of the EU taxonomy criteria for buildings. Esa media docena de factores son la mitigación del cambio climático; la adaptación al cambio climático; el agua; la economía circular; la contaminación y los ecosistemas.
Esfuerzo de implementación
Según Manzano, “los mecanismos de financiación del mercado inmobiliario tienen que conocer y aplicar los criterios de la Taxonomía Europea, especialmente en lo que se refiere a los edificios existentes”. De hecho, una de las mayores dificultades a la hora de aplicar la taxonomía se encuentra en que gran parte del parque edificado presenta dificultades para ser considerados activos sostenibles: “Sólo un 15% de los edificios construidos serían capaces, hoy por hoy, de cumplir más de dos tercios de los criterios de la taxonomía”, asegura la experta de GBCe.
El requisito mínimo que fija la Taxonomía Europea para considerar que una rehabilitación contribuye al criterio de mitigación del cambio climático es que mejore el rendimiento energético del edificio en al menos un 30% del consumo de energía primaria no renovable. Así mismo, para cumplir el criterio de economía circular también deberán seguir unos principios mínimos en cuanto al diseño, la reutilización y el reciclaje de al menos un 70% —en peso— de los residuos. Además, se contemplan unos criterios en prevención de la contaminación y protección de la salud, retirando del edificio todos los productos de construcción que contengan amianto.
Según Borja Izaola, coordinador del proyecto LIFE Levels, “esta iniciativa se ha propuesto como un instrumento clave para que Europa logre sus ambiciosos objetivos climáticos, medioambientales y que las generaciones futuras tengan un mundo más habitable y sostenible”.