Por Emilio Miguel Mitre, director de Relaciones Internacionales GBCe
Los edificios y las ciudades se encuentran ante un momento único, en el que pueden pasar muchas cosas. Ojalá.
Todo apunta a que el entorno construido tenga que ser -o deba ser- uno de los centros, probablemente el más importante, de la necesaria transición energética frente al cambio climático.
Esto lleva fraguándose mucho tiempo, y ahora parece que ha llegado el momento, casi de repente, en el que la edificación puede adquirir la importancia que nunca debería haber perdido… ¿Sabremos aprovecharlo?
Hablando de edificación, en mi opinión hay dos percepciones, que en el fondo están íntimamente relacionadas pero que en la práctica de cada día pertenecen a dos universos separados.
- La de la persona de la calle
La noción que la persona normal entiende de lo que es un edificio es bastante pobre. Estamos acostumbrados a que los edificios sean de una manera determinada, cuesten un dinero determinado, nos den unas cosas determinadas, y no nos imaginamos que esta “normalidad” no necesariamente tiene que ser así, y que las cosas podrían ser mejor.
Para intentar entender lo que quiero decir aquí bastaría con intentar entender lo que significar pasar de dar respuesta a la pregunta de si tu casa te da confort (que ya de por si es suficientemente rica) a dar respuesta a la pregunta de si tu casa te conforta o… te da energía, o te la quita.
Nada dice que los edificios que tenemos ahora sean los edificios que tengamos que tener en el futuro. Hace unos años no se consideraba posible que un edificio pudiera producir más energía de la que consume por ejemplo, algo que hoy ya se ve como moneda corriente. Tampoco se entendían cosas como, por ejemplo, que la habitación de calidad pudiera ser un bien bajo la forma de un servicio.
Por este lado sería bueno progresar hacia lo que un día pudiera ser una “nueva normalidad”. Son muchas las preguntas que cabe plantearse, por lo que conviene iniciar una discusión.
- La del ámbito técnico
Las perspectivas que se abren a los edificios y a las ciudades por razón del enfoque que propone la nueva Directiva Europea de Eficiencia Energética de la Edificación 2018/844) son fantásticas. Hay que tender al empoderamiento energético del ciudadano, y no cabe duda de que el edificio es el centro alrededor del cual esto tiene que suceder, haciendo intervenir además energías renovables, movilidad eléctrica, contadores inteligentes, verdadera, y transparente interacción de la persona con la gestión energética del edificio…
Esto significa por supuesto partir de la base de la mayor eficiencia posible explotando en primer lugar ese recurso inmediato que es el buen diseño bioclimático en el que la demanda es reducida, gracias a una envolvente de alto rendimiento, Pero también significa un nuevo enfoque a mayor escala, urbanística y territorial conducente a un nuevo planeamiento, integrando cuestiones como el autoconsumo, las microrredes, y las redes urbanas de calor y frío, las infraestructuras de recarga del vehículo eléctrico…, por supuesto en un marco de economía circular, en el que la energía y el medio ambiente se desarrollan en torno al hecho de la habitación.
De esta manera, el entorno edificado, ese gran relegado en las cuestiones energéticas y –todavía mayor ironía- en las ambientales, puede pasar a primer plano, trascendiendo finalmente esa situación del siglo XX en la que la edificación, tal vez en parte por la búsqueda de una total libertad de forma, tal vez porque sencillamente dejó de interesarse por su propia capacidad “acondicionante”, traspasó ésta a otras manos, más técnicas, apareciendo un divorcio que dura hasta hoy, y que hoy podríamos resolver.
Esto significa, claro, un nuevo marco de discusión y de relaciones.
¿Sabrá el mundo del entorno construido aprovechar esta nueva oportunidad que le brinda la tecnología y los nuevos tiempos para hacer el conjunto mejor y más humano?
¿Sabrá pasar del “ladrillo” con escaso valor añadido, al puntal que puede y debe ser de la transición energética y, por supuesto, por definición, aunque no nos demos cuenta por excesivamente obvio, del bienestar, gracias a su poderosa capacidad de adaptarse al cambio climático y mitigar sus efectos?
Positive Building