Green Building Council España (GBCE) organizó su IV Trobada con asociados y agentes del sector de la edificación sostenible en el marco de Construmat, celebrando una jornada bajo el título de “Diseño orientado al valor; garantizando la sostenibilidad paso a paso”. Durante la jornada se visibilizó y debatió el valor que aporta cada uno de los agentes del sector para alcanzar los retos ambientales, sin renunciar a los retos sociales o de competitividad, tan necesarios en el contexto actual, abordando la pregunta “¿cómo podemos, desde el diseño, garantizar la hoja de ruta de la descarbonización para alcanzar una Europa Climáticamente neutra en 2050?”. El sector de la edificación es un sector complejo, con una gran variedad de actores, donde se toman múltiples decisiones que impactan en la sostenibilidad del producto final, que también afectan al valor del producto resultante.
En la jornada se presentó un caso de estudio, el ejemplo real de Bryden Wood, que sirvió de anticipo a una mesa de debate posterior, en la que participaron David Sierra, director de proyectos y sostenibilidad en Metrovacesa, Ignasi Cubiñá, director de estrategia y sostenibilidad en Grupo Construcía, bajo la moderación de Sander Laudy, miembro de la Junta Directiva de GBCE y socio de B01 Arquitectes. En el evento se presentó también al nuevo delegado de GBCE para Catalunya, Marcel·lí Sugranyes, director general de Rosa Gres, quien destacó la importancia de la transversalidad de actores que aglutina GBCE, clave para el desarrollo de la construcción sostenible.
En el debate se trataron varios puntos clave con especial foco en el auge de la industrialización y en la competitividad de las empresas del sector, poniéndose de manifiesto la diferencia de madurez entre el sector de la vivienda y el sector industrial o terciario, señalándose que los beneficios claros en la industrialización del sector terciario no los son tanto en el ámbito de la vivienda, principalmente porque los proyectos tienen distintas escalas lo que supone distintas necesidades a resolver. Como conclusión se señaló que lo que es una ventaja para la construcción no residencial no lo es en la construcción residencial, existiendo barreras como el tiempo de las licencias o la capacidad económica de los compradores, que merman el valor y beneficio que la construcción industrializada puede dar en este ámbito.
En el marco sostenible, el reto compartido por los agentes del sector es la necesidad de desacoplar las actividades del consumo de recursos, un objetivo que puede ser complejo, ya que existe la urgente necesidad de medición de impacto, pero donde también es necesario tener claro las dependencias entre ellos, así como la implicación de los actores en todas las fases del ciclo de vida del proyecto.
Bajo el paraguas de la industrialización se detectaron además nuevas oportunidades, como el diseño para el desmontaje posterior, aunque actualmente se detectan una falta de alicientes para la realización de proyectos de deconstrucción, imprescindibles para que esto suceda. Sin embargo, los participantes en el debate fueron optimistas ya que señalaron que las auditorías pre-demolición han empezado a surgir como buena práctica, siendo un primer paso necesario.
En el campo de la construcción industrializada se aportaron otras buenas prácticas, como el almacenamiento temporal de los materiales como estrategia para la valorización de los subproductos, o el desacople del suministro de materiales con la necesidad del mercado, que también puede ser una oportunidad. En este sentido, se recalcó de nuevo la importancia del edificio como futuro banco de materiales.
En cuanto a reutilización de materiales, se valoraron los beneficios colaterales que conlleva, entre los que se encuentran la reducción de impactos en la pérdida de biodiversidad, o en impactos sobre la salud de las personas. Para que esto suceda, señalaron, es necesario dar un paso y promover los riesgos compartidos entre el sector, que actualmente las leyes y regulaciones no permiten. Sin la existencia de este riego compartido, añaden, la creación de valor no romperá los silos estancos en los que se encuentra ahora: es necesario un grado de generosidad de todos para una transformación sistémica.
Finalmente se hizo un llamamiento a no reducir la ambición del alcance de estrategias de sostenibilidad por la preocupación que ha supuesto en el sector el lanzamiento de la ley ómnibus, aceptando que pueda reducirse la carga administrativa de las empresas para aumentar su competitividad, pero sin reducir los objetivos de sostenibilidad. En este sentido, se reconoció el gran trabajo y apuesta del sello de certificación de GBCE y su alineamiento con la taxonomía Europea.
Como conclusión, las empresas participantes pidieron a los responsables licencia para operar y facilidades para avanzar y romper las barreas actuales, que permita alcanzar los objetivos de descarbonización para el año 2050.