Sin lugar a dudas, podemos afirmar que el aulario IndUVa de la Universidad de Valladolid (UVa) es uno de los espacios más singulares certificados con VERDE. Un proyecto vivo, que ha sabido adaptarse a los cambios y nuevos requerimientos en materia de sostenibilidad –tardó en construirse cuatro años (2015 a 2019)–, dando lugar a un EECN (Edificio de Energía Casi Nulo) muy innovador, tanto desde el punto de vista del diseño como de su relación con el entorno. GBCe estuvo presente en la inauguración oficial en 2019. En 2021 el proyecto ha obtenido 5 hojas VERDE, la máxima puntuación de nuestra herramienta de certificación.
El proyecto del aulario IndUVa arrancó en el año 2015, como respuesta de la universidad a la necesidad de disponer de un espacio único donde impartir los másteres y licenciaturas en Industriales. Hasta ese momento, estos estudios se estaban realizando en tres sedes diferentes: Mendizábal, Mergelina y Paseo del Cauce, lo que provocaba importantes incomodidades a estudiantes y profesores. Por este motivo, la UVa apostó por llevar a cabo la construcción de un nuevo aulario (IndUVa), además de rehabilitar el edificio de la Facultad de Ciencias ya existente, ampliando su capacidad. El proyecto en sí era muy ambicioso, ya que no se trataba únicamente de la construcción de un nuevo centro, sino de conectar este con un entorno ya existente, en proceso de rehabilitación y arraigado en la cultura universitaria del lugar. Además, la Universidad de Valladolid, que desde hace tiempo apuesta por la creación de un campus más sostenible y eficiente, quería que el proyecto incluyera criterios de eficiencia energética y bajo impacto ambiental.
“Era un paso lógico, una manera de seguir avanzando en materia de sostenibilidad, no solo desde el punto teórico, sino predicando con el ejemplo. La Universidad ya lo hizo con LUCÍA, y después con el IndUVa, la rehabilitación de la antigua facultad de Ciencias y el edificio I+D+i del campus de Soria”, explica Mª Jesús González Díaz, doctora Arquitecta y Evaluadora Acreditada VERDE (EA VERDE) en este proyecto.
Para cumplir con los objetivos, un equipo de arquitectos encabezado por Francisco Valbuena, arquitecto director de la Unidad Técnica de Arquitectura de la Universidad de Valladolid, propuso una actuación en tres fases:
- Fase I, construcción del nuevo aulario IndUVa
- Fase II, tratamiento de la parcela
- Fase III, rehabilitación de la antigua Facultad de Ciencias para sede Mergelina de la Escuela de Ingenierías Industriales
Y se decide certificar tanto el nuevo edificio como los espacios aledaños con VERDE, “por ser la certificación de sostenibilidad adaptada para el territorio español”, afirma Valbuena, que considera que este paso –la certificación– es clave para no desviarse del objetivo del proyecto. “La certificación de la obra nos “obliga” a mantenernos firmes en las decisiones de proyecto, o incluso mejorarlas, de manera que el resultado final sea el grado de sostenibilidad más alto posible, con las consiguientes ventajas en cuanto a mejora de la eficiencia energética a lo largo de todo el ciclo de vida, el aumento de la calidad del ambiente interior, el respeto al entorno, la incorporación de la arquitectura en la economía circular, etc.”, concluye.
Los retos a la hora de certificar con VERDE
El aulario del IndUVa es un edificio bioclimático de nueva construcción, situado en una parcela de 5.845 m2 y capacidad para 2.523 alumnos, repartidos en 34 aulas (6 plantas).
El centro presenta algunas características muy singulares: ubicado en Valladolid, en la denominada Zona Climática D, con inviernos muy fríos y húmedos, y con una ocupación variable, es decir, pasa del lleno absoluto entre octubre y mayo, a estar prácticamente vacío en los meses de verano. Estas circunstancias obligaron al equipo de Francisco Valbuena a adoptar una serie de medidas que favoreciesen el ahorro energético y el uso eficiente de los recursos, y con las que lograr la máxima puntuación VERDE.
Se apostó por la combinación de medidas activas y pasivas para una mejor gestión de la energía, empleando tecnologías novedosas como la geotermia superficial media, pozos canadienses, energía solar con la integración arquitectónica de paneles solares fotovoltaicos o cubiertas vegetales. Además, se instaló un gran aislamiento térmico (U=0,20/0,15 W/m2 oC) y se potenció la iluminación natural y la renovación del aire por ventilación natural, entre otras medidas.
Otra de las dificultades a las que se enfrentó el proyecto, y que supusieron todo un reto a la hora de certificar con VERDE, fue la dilatación de la construcción del edificio en el tiempo. Desde que se proyecta en el año 2015, hasta que los primeros alumnos comienzan sus clases en 2019 pasan cerca de cuatro años, lo que obliga a mantener la mente abierta y el proyecto vivo, incorporando algunos cambios. Así ha ocurrido con el criterio de innovación, que no estaba recogido en el proyecto inicial y que se incorporó más adelante. La nueva propuesta incluye la asignación a cada aula del nombre de un científico o científica “desconocido”, así como una breve descripción de su trabajo. La selección se ha realizado de manera paritaria, con el objetivo de dar mayor visibilidad a la comunidad científica femenina.
También dentro de este nuevo criterio, el proyecto ha incluido el uso de materiales de cambio de fase (PCM, por siglas en inglés), que permiten aportar confort en el período estival sin acudir a soluciones técnicas o mecánicas.
“Desde que el edificio se comienza a diseñar hasta que se utiliza pasan al menos tres o cuatro años. Esto puede producir desajustes en la aplicación de la herramienta VERDE, que ha de ser flexible”, comenta González. “Creo que esta es una de sus mejores características, pero también una de sus dificultades. Requiere tener las ideas muy claras, saber la importancia de algunos datos en los impactos ambientales y el funcionamiento interno del edificio. Por eso es fundamental que el equipo conozca la herramienta y todo el proceso, y que sea creativo y propositivo”.
Un edificio enraizado en su comunidad
La vinculación del edificio con el espacio en el que se ubica, el respeto a la biodiversidad e incluso el fomento de los usos sociales y la aplicación de medidas para mejorar la accesibilidad son algunas de las características que también valora VERDE y que se tuvieron muy presentes durante la construcción del aulario del IndUVa. “El hecho de estudiar el edificio insertado en una comunidad, en un entorno, en unos objetivos, y valorarlo de acuerdo con ellos, es importante. Si se aplica bien, y desde el principio, aporta muchísima información al equipo de diseño y crea conciencia medioambiental”, reflexiona nuestra EA VERDE.
Por ello, el edificio tiene implementados sistemas de iluminación que buscan mejorar la salud y bienestar de alumnado y profesorado. Dispone de soluciones que favorecen la accesibilidad, como letreros en braille, rampas de acceso, etc. Además, se llevó a cabo un detenido estudio de la biodiversidad existente en la zona con el fin de protegerla lo máximo posible. Y se conservó el vínculo con el pasado, respetando el diseño original de la jardinería de la parcela, así como las especies de plantas y árboles existentes.
El aulario del IndUVa no solo ha logrado la certificación VERDE de GBCe con la máxima calificación (5 hojas), su excepcional diseño le ha llevado a obtener también el sello LEED Platino y WELL (Salud y Bienestar).