Crear conciencia, apelando a la responsabilidad individual de todos los agentes del sector de la construcción (Administración, fabricantes y usuarios finales) será clave para lograr la descarbonización de nuestro entorno construido. Un proceso que, para Laëtitia Boucher, directora de Sostenibilidad de Interface y embajadora del proyecto Building Life, implica también cambios en la concepción de la economía –donde cobra protagonismo el valor ambiental– y en la forma de fabricar y construir, con materiales realmente eficientes que reduzcan de manera efectiva la huella ambiental del edificio.
¿Cuáles son las principales dificultades para hacer frente al reto de la descarbonización?
El mayor desafío está en lograr el cambio de mentalidad y concepción de la economía. Cómo hacer evolucionar el concepto económico hacia el concepto de valor ambiental, cómo dejar de basar todos nuestros indicadores de desempeño en un valor puramente financiero, apostando por un valor ambiental y climático, en el que incluyo la biodiversidad. Y, sobre todo, cómo cambiar las mentalidades hacia la acción colectiva. Descarbonizar nuestras economías, nuestros países, nuestras vidas para detener el cambio climático y sus consecuencias nos concierne a todos. Debemos dejar de pensar que es nuestro vecino el que debe actuar y nosotros no. Debemos encontrar soluciones para hacer un mejor uso de nuestros recursos y consumir de manera moderada.
¿Cómo se elimina ese impacto negativo de la industria?
Primero se ha de establecer un plan de acción basado en la ecoconcepción, comprometiéndose con objetivos ambiciosos de reducción de emisiones negativas en la cadena de valor. Además, es fundamental conocer los impactos en cada fase del ciclo de vida del producto, con una herramienta de análisis de ciclo de vida, para poder saber dónde actuar y evaluar.
Hay que buscar soluciones para utilizar energías renovables y tecnologías más eficientes, y debemos incidir en el ecodiseño de los productos, manteniendo la calidad. Esto eliminará las emisiones negativas, y limitará los residuos generados en cada fase de la vida del producto. Y por último, lograr que los diferentes actores de la cadena de valor se comprometan a lograr esta reducción la reducción del gasto y una mejor gestión de los recursos.
¿Cómo se aplican criterios de economía circular a la producción de soluciones para la construcción?
Por ejemplo, en Interface lo aplicamos en toda nuestra cadena de valor, desde la elección de las materias primas hasta el fin de vida útil del producto, a través de la cadena de producción. Buscamos materiales reciclados y reciclables, reutilizamos residuos de otras industrias y utilizamos materiales de origen biológico fácilmente renovables. Hemos rediseñado nuestros productos para economizar materias primas,
hacerlos 100% reciclables y mantener su rendimiento. Hemos reducido el gasto energético; el consumo de agua y nuestros residuos en nuestros proceso productivo gracias a maquinas más eficientes. Y ahora exploramos vías para reducir las emisiones durante la fase de vida de nuestros productos y extender su duración, por ejemplo, reutilizándolos en otros sitios. También buscamos fórmulas de tratamiento al final de la vida útil del producto.
¿Qué es el carbono negativo? ¿Cómo se logra?
Hay dos tecnologías para lograrlo: Podemos atrapar el carbono de la atmósfera y transformarlo en plástico de carbón, por ejemplo. O, como lo hacemos nosotros, trabajando con componentes de origen vegetal que, por fotosíntesis, han almacenado carbono en sus hojas, raíces y troncos, y transformándolos sin que estos componentes liberen carbono durante el proceso de producción. De este modo, el carbono almacenado en la materia prima se almacena en el tiempo, actuando como sumidero de carbono artificial.
Un buen ejemplo son nuestras moquetas de carbono negativo, de la cuna a la puerta, que son el resultado de la combinación de un concentrado fuerte de carbono almacenado en el soporte con impacto de carbono negativo neto, con unas fibras más finas y ligeras, que permiten reducir su huella de carbono, y nuevos los procesos de fabricación, que nos permitan utilizar menos materias primas y, por tanto, reducir el impacto ambiental.
¿Los ciudadanos están suficientemente concienciados sobre la importancia de emplear materiales que contribuyan a la reducción de la huella ambiental del edificio?
Sí creo que hoy en día existe una conciencia real y una voluntad de actuar, pero aún les cuesta distinguir los productos realmente virtuosos de aquellos que no lo son, –por ejemplo, ahora vemos mucho greenwashing–. Y después ,cuando la conciencia se convierte en acción, a menudo se ve obstaculizada por la inversión, que sigue siendo muy grande, como en el caso de la renovación energética de los edificios. Y luego está nuestra responsabilidad como consumidores. Si no usamos y mantenemos los materiales que reducen el impacto en nuestros edificios de manera adecuada, terminaremos con un consumo excesivo, empeorando la situación actual. De ahí la importancia de responsabilizar a los usuarios.
Veamos el caso de Alemania, donde el gobierno ha llevado a cabo una política de renovación energética de todos los edificios. Las autoridades han notado que esta política no ha traído ninguna reducción en el consumo energético, porque los usuarios han aumentado la temperatura de calefacción para una mayor comodidad. Queda mucho trabajo para conseguir transformar nuestros estilos de vida.
¿Qué le pides al 2022?
Como lo dice la presidenta del Grupo 1 del IPCC, Valérie Masson-Delmotte, cada grado cuenta y hoy sabemos que es imposible recuperar nuestro clima pero podemos actuar y adaptarnos para evitar su derribe. Pienso que tenemos que dejar de hablar y actuar para tomar medidas para adaptarse y ser resilientes.
Mira el vídeo de la entrevista con Laëtitia aquí:
https://www.youtube.com/watch?v=RNLP35Gc3Kg