Green Building Council España

Escrito por: equipo del Grupo de Trabajo sobre Rehabilitación (GTR).
El parón en la producción y el consumo causado por el confinamiento por el coronavirus anuncia una crisis económica que ya se manifiesta tanto en los grandes indicadores como en la economía de muchas familias. Por otro lado, la pandemia nos ha mostrado cuáles son las estructuras que han soportado la carga de la crisis y hasta qué punto tienen debilidades, haciéndonos conscientes de las prioridades que debemos tener en el futuro y decidir sobre qué bases queremos reconstruir nuestra economía. Unas prioridades a las que no deben ser ajenas las crisis ambientales -globales y locales- a las que ya nos enfrentábamos, y a las que la suspensión de nuestra actividad de producción y consumo ha dado un breve pero visible respiro.
El confinamiento domiciliario, que ha sido la estrategia clave del enfrentamiento a la pandemia en nuestro país, ha puesto en valor una infraestructura básica como es nuestro parque de viviendas. Por un lado, mostrando su necesidad como un derecho básico, como un soporte imprescindible sobre el que se construyen el resto de las actividades sociales. Por otro, mostrando sus carencias en esta prueba de estrés: la inadecuación del parque a las necesidades de los hogares actuales -muy alejados en su composición de la familia nuclear como referente sobre el que se construyó buena parte del parque- o al envejecimiento de la población y las condiciones de accesibilidad, cuidados y adecuación que exige. De los 18 millones de viviendas principales en España más del 50% fue construido antes del 1980, cuando no había ninguna reglamentación que limitara su consumo de energía. Además, al menos un 6% se encuentra en estado deficiente, malo o ruinoso.

De los 18 millones de viviendas principales en España más del 50% fue construido antes del 1980 y al menos un 6% se encuentra en estado deficiente, malo o ruinoso.

El reforzamiento de la calidad de las viviendas -la rehabilitación del parque- no solo se revela como una exigencia para fortalecer nuestra resiliencia social, sino que, además, es un recurso muy útil para reconstruir nuestra economía. Así lo ha reconocido la Comisión Europea que planea la Renovation wave “oleada de la rehabilitación” como una de las principales políticas de reconstrucción tras la crisis de la COVID-19.
El Grupo de Trabajo para la Rehabilitación (GTR) ya demostró hace tiempo que la rehabilitación energética del parque evita a largo plazo costes mayores de los costes que supone -una inversión, por tanto-, que es generador de empleo directo y distribuido por el territorio, difícilmente deslocalizable y también un motor de empleo inducido por la demanda de materiales que produce. Una actividad que, a diferencia de la nueva edificación, no ocupa nuevo suelo -con los impactos ambientales que eso supone- ni genera nuevas demandas de movilidad.
Según los informes de GTR, 10 millones de viviendas principales deberían ser rehabilitadas en los próximos 30 años, con una inversión anual promedio 7.500 millones de euros/año que representan aproximadamente el 0,6 % del PIB del país, y podrían generar una media de 100.000 puestos de trabajo al año. Ninguna otra actividad de las relacionadas con el Green Deal es capaz de generar tanto empleo.

10 millones de viviendas principales deberían ser rehabilitadas en los próximos 30 años. Una inversión de aproximadamente 0,6% del PIB y la generación de 100.000 empleos al año.

Pero con el tiempo, la necesidad de la rehabilitación del parque alcanza objetivos económicos de otra escala. Su eficiencia es clave en la descarbonización de nuestra economía, es decir en su competitividad. Y un tercio de la energía final española se usa en edificios -un 20% en viviendas. Las medidas propuestas supondrían reducir ese consumo hasta un 80% haciendo así posible el necesario y urgente cambio hacia un modelo energético basado en renovables.
Además, es clave para el bienestar de las personas, y no solo de forma directa. Si en 2012 los edificios hubiesen sido de clase energética A -la clase energética más alta- la reducción en el pago de la factura energética en los años más duros de la crisis hubiese permitido evitar los recortes en sanidad y educación, cuando nuestra balanza de pagos estaba desequilibrada por nuestra fuerte dependencia energética del exterior. Necesitamos un parque eficiente e independiente de los combustibles fósiles para protegernos no solo a nosotros sino también a nuestro estado del bienestar.
En ese objetivo está el Código Técnico de la Edificación que, cumpliendo exigencias europeas, demanda reducciones del consumo de energía no renovables de los edificios en valores muy significativos, sobre todo en edificios nuevos. Pero nada dice de la energía y las emisiones que demanda la fabricación de los materiales con los que los construimos, de modo que, para un edificio de nueva planta, la energía necesaria para fabricar los materiales supone una media de 80 años de uso del edificio. Tanto como en toda su vida útil, y que se consume -con sus emisiones asociadas- antes de habitar el edificio. Y en rehabilitación pasa lo mismo: no hay una restricción a la energía y las emisiones que necesitamos para ahorrar las que se usan en el edificio. Necesitamos abordar con la rehabilitación del parque el impulso a una industria de la construcción -y de todo lo demás- baja en carbono, con materiales neutros en emisiones o con estrategias claras y viables de descarbonización. Estrategias de descarbonización que deben impulsar tanto la investigación como técnicas y procesos innovadores que aseguren también el empleo digno, duradero y de calidad que necesitamos en este país.
Y aún está por evaluar el daño económico que supone la pobreza energética para la sanidad pública y para la capacidad productiva. Una espada de Damocles sobre la cabeza de los ciudadanos ya que su casa no les protege de daños físicos y sociales si están en situación de pobreza, puesto que no podrían pagar la energía para mantenerla en condiciones de salubridad. Por ejemplo, en el año 2013 más del 50% del parque dejó de proteger a sus habitantes si estaban en situación de pobreza. Necesitamos urgentemente que la habitabilidad de una vivienda incluya la protección frente a la pobreza energética independientemente de la renta de sus ocupantes, y que ese sea el objetivo preferente de la rehabilitación del parque edificado.
Como lo es reforzar la capacidad del parque como refugio, como adecuación a las necesidades de sus ocupantes. Pero, sobre todo, a su disponibilidad. Necesitamos que la rehabilitación del parque edificado tenga objetivos claros en todos los ámbitos: en habitabilidad, entendida como adecuación a sus usuarios; en accesibilidad, como derecho constitucional a una vivienda digna; en calidad constructiva y de materiales; y, también, en eficiencia energética. Y esos objetivos deben estar definidos para cada edificio del parque, en un conjunto de indicadores a alcanzar en cada ámbito, y en un plazo para conseguirlo. En una estrategia.

Necesitamos que la rehabilitación del parque edificado tenga objetivos claros en habitabilidad, accesibilidad, calidad constructiva y de materiales y en eficiencia energética.

Una estrategia que, necesariamente, debe ir de abajo arriba. De los vecinos al barrio, del barrio a la ciudad, a la Comunidad Autónoma, al Estado y a Europa. Cada uno tiene objetivos que deben expresarse y acordarse en cada edificio en un plan que agrupe las acciones que deben desarrollarse para alcanzarlos y los recursos necesarios para hacerlo en un plazo determinado. Un plan sobre el que puedan expresarse las ayudas públicas y coordinarse las estrategias de intervención, también las transversales sobre el acceso a la vivienda, sobre el empleo y la industria.
Tenemos algunos objetivos definidos a algunas escalas, así como algunas fechas clave como 2030 y 2050 para cumplir nuestros compromisos ambientales con la UE que, en el caso de la del parque edificado, pedirían un ritmo de rehabilitación que llegaría a movilizar anualmente hasta el 0,6% del PIB. Tenemos la Estrategia Nacional de renovación del parque edificado, así como algunas estrategias autonómicas. Tenemos experiencias municipales -el barrio es la escala de actuación en rehabilitación- de gran relevancia. Y ahora la Comisión Europea propone la Renovation wave “oleada de la rehabilitación” como una de las políticas de reconstrucción tras la crisis del coronavirus. ¿A qué estamos esperando? Subámonos a la ola.
GTR, junio de 2020

Sobre GTR

El Grupo de Trabajo sobre Rehabilitación (GTR) se creó en 2010 para promover la transformación del actual sector de la edificación, basado en la construcción de nueva edificación, hacia un nuevo sector que tenga como objetivos la creación y el mantenimiento de la habitabilidad socialmente necesaria y, dentro de este sector de la edificación, la creación de un nuevo sector de la vivienda económicamente viable y generador de empleo, que garantice el derecho a la vivienda y asuma los retos ambientales y sociales del Cambio Global.
El GTR, coordinado por GBCe y la Fundación Conama, está compuesto por:

  • Valentín Alfaya, director de Sostenibilidad del Grupo Ferrovial
  • Luis Álvarez-Ude, arquitecto, exdirector general de GBCe
  • Xavier Casanovas, profesor Universitat Politècnica de Catalunya, Barcelona Tech y presidente de RehabiMed
  • Albert Cuchí, Universidad Politécnica de Cataluña, Barcelona Tech
  • Enrique Jiménez Larrea, abogado, exdirector del IDAE
  • Francisco Javier González, profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Europea de Madrid
  • Fernando Prats, arquitecto, Foro de Transiciones y Fundación Renovables
  • Juan Rubio del Val, director del Observatorio Ciudad 3R
  • Peter Sweatman, director general de Climate Strategy & Partners
  • Alicia Torrego, directora de la Fundación Conama
  • Ana Etchenique, vicepresidenta de la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU)
  • Jordi Mas, coordinador técnico del Consorcio de la Vivienda del Área Metropolitana de Barcelona
  • Dolores Huerta, secretaria técnica de GBCe