Durante los últimos 25 años, hemos asistido a la constatación de que la humanidad tal como está organizada tiene poca o nula viabilidad, y se vislumbra un negro futuro debido al agotamiento de los recursos naturales o al deterioro de los mismos. El sistema lineal de nuestra economía (extracción, fabricación, utilización y eliminación) ha alcanzado sus límites por lo que se impone un cambio de paradigma: la economía circular.
La transición hacia una economía circular comienza por el pensamiento circular. Hacer la transición a una economía circular requiere urgentemente desarrollar nuevas habilidades, competencias y enfoques. Requiere comunicar mejor las estrategias comerciales a todos los niveles dentro de las empresas (no solamente a nivel directivo o a nivel de informes de RSC). Y al público en general. Requiere de las personas cierta mentalidad: flexible, imaginativa, adaptable, con capacidad pedagógica, etc.
La transición a una economía circular a nivel (inter)nacional requerirá el compromiso gubernamental real y un enfoque coordinado para introducir normativa técnica y legislativa para promover conceptos como la reducción y reutilización de residuos, la conservación de los recursos y políticas de Contratación Pública.