Green Building Council España

Escrito por: Luis Irastorza, vicepresidente de GBCe
Es obvio que los resultados finales de la COP25 han sido algo decepcionantes al no haberse conseguido el acuerdo en la redacción definitiva del Artículo 6 del Acuerdo de París, que regula los futuros mercados mundiales de carbono. Ni tampoco la promesa por parte de un mayor número de países de presentar unos compromisos de emisiones de gases de efecto invernadero (NDC, por sus siglas en inglés) antes de la COP26, que tendrá lugar el próximo noviembre en Glasgow, y de establecer una estrategia a largo plazo de descarbonización completa de sus economías, como lo requiere la evidencia científica para que la temperatura no supere unos determinados umbrales.
No hay duda de que habrá que seguir avanzando en las negociaciones climáticas con el objeto de que a partir de la COP26 no solamente existan unos compromisos de emisiones compatibles con los objetivos del Acuerdo de París, sino que funcionen todos los mecanismos e instrumentos para que dichos compromisos puedan cumplirse de una forma fehaciente.
A pesar de lo anterior, ha sido para mí un auténtico privilegio el poder haber asistido personalmente a la “zona azul” de la Cumbre, aquella en la que han participado muchos de los agentes más relevantes en la necesaria transformación de nuestra economía para conseguir que pueda descarbonizarse en su totalidad a lo largo de las próximas décadas.
Destacaría lo siguiente de mi asistencia a esta COP. En primer lugar, creo que los madrileños y españoles podemos sentirnos muy orgullosos de nuestras capacidades para organizar algo de una enorme complejidad en apenas cuatro semanas, con centenares de actos en paralelo y unos grandes niveles de seguridad, y así era reconocido por muchos de los participantes a la Cumbre.
En segundo lugar, se percibía con mucha claridad en la Cumbre una enorme solidaridad entre la mayor parte de los asistentes, como sin duda lo constituye que el objetivo de la mayor parte de los participantes es el de perfilar y desarrollar una solución al enorme desafío que tenemos entre manos. Todo el mundo, tanto de la organización como de los participantes, estaba ávido de ayudarte y aconsejarte si le preguntabas sobre cualquier tema y en cualquier lugar.

“Se percibía en la Cumbre una enorme solidaridad entre la mayor parte de los asistentes”

Pero, sin duda, lo más interesante para mí ha resultado el poder escuchar y debatir con los mejores especialistas del mundo en multitud de actos. Por ejemplo, tuve oportunidad de enterarme a fondo del estado del 6º Informe de Evaluación del IPCC, presentado por la vicepresidenta del mismo, y cuya publicación está prevista para el mes de junio de 2022, así como de los avances científicos que se han producido desde el actualmente vigente de 2013/2014. Asistí también, entre otros, a una jornada sobre las nuevas tecnologías de descarbonización de los diferentes sectores industriales -acero, cemento, cobre-, al programa de descarbonización de Finlandia, que tiene previsto conseguir anular las emisiones netas en 2035 -eso sí, con un importante plan de reforestación-, o al estado del arte de las tecnologías de captura y almacenamiento de carbono.
Quedé profundamente impresionado por la extraordinaria labor que viene desarrollando desde 2016 una organización denominada NDC Partnership -financiada por varios países, entre ellos España, y por varios organismos multilaterales, entre ellos la ONU, así como alguno de sus organismos-, cuyo objetivo es dar soporte a los países en vías de desarrollo a elaborar sus NDC’s o compromisos voluntarios de emisiones, incluso ayudándoles a crear las bases de datos y a valorar las repercusiones que podrían derivar de sus compromisos. En fin, una labor ingente y de extrema dificultad. Por el momento, están colaborando con más de 60 países, lo que da una idea de la complejidad de la tarea.
El momento más emotivo lo viví precisamente cuando, en un acto organizado por NDC Partnership, una serie de países en vías de desarrollo presentaban lo que iban a ser sus futuros planes de compromisos voluntarios. El ministro de Medio Ambiente de Zimbabwe, después de agradecer la valiosa colaboración de NDC Partnership, explicó las grandes dificultades que suponía para su país, uno de los más negativamente afectados por el calentamiento global, el reducir las emisiones, no obstante lo cual, avanzó que su objetivo para 2030 era reducir en un 8 a un 9% sus emisiones. Me parece un objeto descomunal, sobre todo si se tiene en cuenta que los países subsaharianos han tenido muy poco peso en las emisiones históricas y que la limitación en las emisiones puede dificultar su desarrollo… Creo que yo, en su lugar, habría solicitado de los países responsables de las emisiones históricas -UE, EE.UU. y China- un esfuerzo mayor y flujos financieros cuantiosos para permitir el desarrollo del país…

“El ministro de Medio Ambiente de Zimbabwe avanzó su compromiso de reducir las emisiones entre un 8 y un 9% para 2030”

La edificación estuvo presente, aunque no pareció despertar el interés de los asistentes, probablemente porque no pertenecen a este sector, y ello a pesar de que el nivel de los ponentes era muy alto. Por ejemplo, fue ponente el responsable del último informe sobre edificios de la Agencia Internacional de Energía, con quien pude debatir sobre la posibilidad de inyectar dióxido de carbono en la fabricación de hormigón, proceso del que, aunque no conocía en detalle, me dio la referencia de la persona que está actualmente investigando sobre este importantísimo tema para disminuir la huella de carbono de la edificación.
En síntesis, aunque la Cumbre que no ha cumplido con sus objetivos principales, ha resultado una oportunidad inigualable, para los que hemos tenido la fortuna de asistir, de adquirir una visión mucho más certera de la complejidad del asunto y de ponernos al día en la gran cantidad de temas que hay que abordar para conseguir cumplir con el objetivo de descarbonizar la economía.
 

Luis Irastorza Ruigómez es vicepresidente de GBCe. Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos (Universidad Politécnica de Madrid) y licenciado en Ciencias Económicas (Universidad Pontificia de Comillas). Medalla al Mérito Profesional del Colegio Nacional de Ingenieros de Caminos en 2013. Actualmente es miembro del Comité de Ciudades, Territorio y Cultura de dicho colegio, miembro de la Comisión Ejecutiva de Urban Land Institute (ULI) y de Oriens. Cuenta con una dilatada experiencia en el desarrollo de proyectos a gran escala, tanto nacionales (Proyecto Prolongación de Castellana) como internacionales (en Filipinas y Noruega) y en empresas del sector de la construcción y de banca, entre otros. Además, ha colaborado en numerosos artículos y publicaciones, es uno de los Seis ingenieros vivos (César Lanza, 2011), autor de Ciudades del siglo XXI (2012) y coautor de Energía y Ciudades (2017) y de Cambio climático y pueblos indígenas (2019). Actualmente es socio director de Tecnopen, dedicada al asesoramiento energético de la edificación.