Green Building Council España

El trílogo que tiene lugar hoy 5 de Diciembre en Bruselas entre Comisión, Consejo y Parlamento acerca de los objetivos energéticos de la Unión, con la activa participación del Comisario de Acción Climática Arias Cañete en la defensa de la importancia de los edificios como pieza clave de la imprescindible descarbonización de nuestra economía, es algo que está pasando mayormente desapercibido en España, como mayormente desapercibida está pasando la discusión de algo tan importante como es la Ley de Cambio Climático y Transición Energética.
Esta situación peculiar de la Unión Europea, tan compleja a la hora de tomar decisiones, que es la de un cuerpo técnico llamado la Comisión proponiendo cosas y planteando objetivos; un grupo llamado el Consejo que aglutina a los representantes de los 28 gobiernos nacionales, y un Parlamento en el que están todos los representantes democráticamente elegidos de los mismos 28 países, con sus comités de análisis de las cosas como por ejemplo el ITRE, que es el comité de Industria, Investigación y Energía, hacen que las decisiones se conviertan en algo kafkiano, porque normalmente es bastante imposible que todos estén de acuerdo.
El tema que nos ocupa, que es los edificios como pieza clave de la descarbonización está siendo preconizado por la Comisión de manera ambiciosa, y el Parlamento está a favor e incluso proponiendo que se planteen hitos muy claros y comprometedores que pudieran conducir a la descarbonización de todo el parque inmobiliario al año 2050. Por entendernos, esto significa que el balance de emisiones de CO2 de todos los edificios de Europa sería cero, primero porque su demanda se habría reducido hasta donde fuera posible, y luego porque el resto de suministro de energía sería de fuente renovable.
Por supuesto esto no es imposible, pero para conseguirlo habría que tomar medidas urgentes y de gran calado, algo que no está sucediendo, de ninguna manera.
Porque el Consejo, que reúne a los jefes de estado o de gobierno de todos los estados miembros, “prefiere” que los objetivos sean indicativos, para que cada cual en su país pueda «hacer de su capa un sayo”, y el Consejo está aguando los propósitos y las intenciones.
Uno puede entender por supuesto que un dirigente de un país, como por ejemplo nuestro Ministro de Energía Álvaro Nadal, considere que las decisiones deben tomarse únicamente en virtud de «la rentabilidad” de las cosas y de lo que dictan los mercados para, en su opinión, favorecer a sus ciudadanos (dejando el medio ambiente para mejor ocasión), pero ha llegado el momento de revisar estos conceptos porque realmente, si verdaderamente se tienen en cuenta las enormes deudas medioambientales que ya tenemos contraídas, lo que pasa es que se está haciendo un flaco favor a los ciudadanos en el sentido del pan para hoy y hambre para mañana.
La Directiva europea de Eficiencia Energética en los Edificios (por entendernos, de la que proviene la obligación de hacer el Certificado Energético de los edificios y la obligatoriedad de que al año 2020 todos los edificios sean de consumo de energía casi nulo), la Directiva de Eficiencia Energética (de la que proviene la estrategia nacional de rehabilitación) y la Directiva de Renovables (por entendernos, la que promueve la captación energética de las energías ambientales, la descentralización y el autoconsumo…) están en un proceso, largamente necesitado, de convergencia.
Esto es extraordinariamente importante para nuestro futuro porque lo más importante es que el enfoque es de “eficiencia primero y eficiencia como ‘combustible’ prioritario”, y aquí los edificios juegan un papel primordial, porque son el centro de nuestra vida y de nuestros consumos; de nuestro modo de ser energético, podría decirse.
Debería suceder que se pudiera llegar a un acuerdo verdaderamente ambicioso en la discusión de hoy, porque sería bueno para el medio ambiente y para la competitividad de nuestro país.
Decir que el 50% del consumo de energía de la Unión Europea tiene lugar para calentar o enfriar los edificios es bastante decir, ¿verdad? Decir además que la dependencia energética europea (y sobre todo la española, dependencia que en la parte fósil es cercana al cien por cien, y que es justamente inversa a nuestra soberanía energética) añade un dato bien alarmante que debería conducir, si fuéramos sensatos, a buscar las maneras de ser un poco más soberanos a nivel de país y de Unión.
…Lo cual nos conduce al punto clave de la reducción de la demanda, y por lo tanto el consumo…en casa, que es el punto esencial en el que se produce, por medio de su rehabilitación energética.
Que en una situación así los representantes de los gobiernos consideren que su misión sin embargo es dar largas para resolver sus pequeñas cuentas nacionales, aunque con su egoísta lógica particular, no es el buen camino.
Pero la opinión pública no lo sabe.
Ojalá Cañete pueda manejar hoy bien la situación.

Emilio MIGUEL MITRE

Director de Relaciones Internacionales GBCe